domingo, 20 de diciembre de 2009

En defensa de las humanidades

Siempre he hallado inspiración en la lectura, en el placer que proporciona deleitarse en una obra de arte, en escuchar atentamente todo tipo de música. Siento que estableco un diálogo tácito y honesto con el creador de la obra. El matiz de una pincelada. Un silencio en la partitura. Aprendo en los detalles, disfruto del conjunto y, cada vez, me maravilla el sentido estético que se educa progresivamente en cada cerebro humano.

Nuestro tiempo no prima la cultura, ni la ciencia. Creo que es un error, contra el que siempre intento reaccionar. La felicidad depende enormemente de hechos que nos eleven, de ideas que nos inspiren. El consumo banal de contenidos mediáticos predecibles conduce muy sutilmente hacia una sensación de estafa. Sin embargo, son pocas las personas que reaccionan y expresan coherentemente su amor por las humanidades y las letras.

Recientemente, asistí a la primera reunión TED que ha tenido lugar en Barcelona. TED brinda un formato para que gente que tenga algo que valga la pena escuchar hable abiertamente, eleve e inspire a una audiencia convencida de la necesidad de intercambiar nuestras ideas. En este evento, TedxBarcelona, escuché una charla que me llamó especialmente la atención. Quisiera recomendar abiertamente la presentación Liz Coleman que se proyectó para todos nosotros (se pueden activar los subtítulos).

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