viernes, 2 de enero de 2009

Música y Ciencia

La música proporciona una analogía para la ciencia que siempre deseo compartir y debatir con mis amigos.

El músico logra, a veces, construir una composición impregnada de belleza. Es intangible, indefinible, es desconocido el camino que le ha llevado a ella. Pero el resultado es manifiesto:
todos podemos disfrutar de su música. El músico puede entonces transcribir en papel su música empleando una notación específica. Tal vez, dentro de siglos, el lenguaje musical escrito sea diferente. La partitura tendrá una notación diferente, pero la música será la misma. La transcripción musical es un artificio, pero un artificio importante porque el músico debe dominarlo hasta su último detalle. La partitura representa la música, la transmite, la hace asimilable y reproducible. Sin embargo, la emoción contenida en esa música es independiente de su transcripción.

La ciencia intenta comprender las leyes que rigen el universo y transcribirlas en forma de ecuaciones. Estas ecuaciones son el artificio necesario para comunicar nuestro descubrimiento, para predecir nuevos fenómenos, para asentar nuestro progreso. En algunas ocasiones las ecuaciones, como la partitura, guían en parte la investigación de cada uno de nosotros. Pero los grandes principios, las ideas más profundas tienen una entidad propia que va mucho más allá de su representación escrita. Podemos imaginar mundos inteligentes con conocimientos científicos basados en sistemas diferentes a la nuestra notación matemática. Sin embargo, ambos sistemas coincidirán en identificar y comprender la atracción de las masas, la creación de partículas, los límites a la velocidad de éstas.

La ciencia es independiente del lenguaje en que se exprese, a pesar de que debe necesariamente ser expresada en un lenguaje concreto.

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